Bautismo

«El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos.

Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión».

(Del Directorio de la Iniciación Cristiana de la Diócesis de Segovia)

Preparación

Para una adecuada preparación al Bautismo, se recomienda realizar un cursillo prebautismal que, además del encuentro de acogida, tendrá como mínimo una duración de dos sesiones. 

En este cursillo es bueno partir de la alegría que han experimentado con el nacimiento del hijo.

Fecha

Se recomienda la celebración del sacramento en la Vigilia Pascual o dentro del marco litúrgico del Domingo, día en que la Iglesia conmemora la Resurrección del Señor.

En nuestra parroquia de San Millán, como criterio general para la administración del sacramento del bautismo, los días preferidos serán: los primeros domingos de mes, a mediodía, y los terceros sábados de cada mes, por la tarde.

Lugar

Como norma general, los niños deben bautizarse en la iglesia parroquial de sus padres. 

También puede celebrarse en una parroquia con la que la familia tenga vinculación, ya sea por el lugar de residencia de los abuelos o por el lugar de procedencia de la familia.

Ningún párroco debe prestarse a bautizar en su parroquia a quienes no tienen o no van a tener en fecha próxima ya fijada alguna clase de residencia en el territorio parroquial. En este caso, los padres han de presentar testimonio escrito del párroco propio en el que conste su conformidad y si se ha dado la adecuada preparación.

Los padres

Es tarea del párroco, ayudado por miembros competentes de la comunidad parroquial, prestar a los padres la ayuda necesaria para que éstos se preparen a la celebración bautismal, reanimando el conocimiento de la fe que profesan e instruyéndolos a fin de que, una vez celebrado el sacramento, puedan y sepan despertar la fe de los neófitos, desde su primera infancia, abriendo sus mentes y afectos al itinerario de la fe que habrán de seguir durante toda su vida. 

Los padres, por escrito, pedirán formalmente el Bautismo de sus hijos y se comprometerán a educarlos en la fe. Para ello deberán rellenar la solicitud correspondiente.

Los padrinos

«Cada niño puede tener padrino y madrina, o solamente padrino o madrina».

Los padrinos han de ser personas con fe y de vida cristiana, y que «hayan cumplido dieciséis años y estén confirmados». Con el fin de revalorizar la misión de los padrinos, los párrocos, cuando los padres hacen la petición del Bautismo para sus hijos, les explicarán la función de los padrinos en la formación cristiana de los bautizados y les ayudarán a elegir los más apropiados.

Los padrinos, al asumir el padrinazgo, deben conocer su deber de profesar, juntamente con los padres, la fe de la Iglesia en la cual es bautizado el niño y la obligación que contraen de cooperar en la transmisión de la fe a su ahijado e, incluso, de sustituir a los padres, si es preciso, en su responsabilidad de seguir al niño en el desarrollo y evolución de su fe.

Los padres, al elegir los padrinos, no se deben guiar sólo por razones de parentesco, amistad, vecindad o prestigio social sino, sobre todo, por el deseo sincero de asegurar a sus hijos la ayuda de unas personas que, por su edad, proximidad, formación cristiana, están capacitadas para influir, en su día, en la formación cristiana y eclesial de los bautizados.

Preguntas frecuentes

En la Parroquia San Millán se prefieren los primeros domingos de mes, a mediodía, y los terceros sábados de cada mes, por la tarde. También es posible consultar con el párroco para fijar otro día más conveniente para la familia.

Contactando con el párroco para acordar la mejor fecha posible para todos.

La fecha se acordará con el párroco.

Sólo la solicitud de Bautismo cumplimentada.

Sí, siempre que estén confirmados y tengan más de 16 años.

En el archivo de la parroquia.

«Bautismo: Encuentra raíz en el latín tardío como baptismus, siendo adaptado del griego baptismós. Se identifica el vínculo con el verbo bautizar, originado en el latín tardío como baptizāre, trasladado del griego baptízein, que se traduce como sumergir, en el contexto de un proceso de limpieza espiritual y física. Adquiere su pleno significado cuando los primeros cristianos introdujeron la inmersión en el agua como ritual de iniciación».

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